Revolución francesa de 1848 bajo el prisma de Karl Marx
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“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos vedes Pero se olvido agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa. (…) Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen arbitrariamente, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias directamente dadas y heredades del pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República Romana y del Imperio Romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795.”
Así comienza este opúsculo de Marx publicado a finales de 1852, poco después de que Luis, Napoleón III, Bonaparte hubiera acabado, mediante …
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos vedes Pero se olvido agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa. (…) Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen arbitrariamente, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias directamente dadas y heredades del pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República Romana y del Imperio Romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795.”
Así comienza este opúsculo de Marx publicado a finales de 1852, poco después de que Luis, Napoleón III, Bonaparte hubiera acabado, mediante un golpe de Estado, con la II república francesa. Un texto de difícil lectura, por la cantidad de alusiones a la actualidad de 1851-1852, pero que en sus tramos generales, deslumbra por su clarividencia y por desmontar ciertos mitos sobre el marxismo. En este texto vemos que el método de análisis marxista, a saber, reconocer los modos de producción y ver cómo configuran clases sociales, es útil. Francia está en pleno proceso de transformación social y en ella conviven diferentes formas de producir: agrícola, tanto minifundista, como latifundista, industrial y financiera. El capital busca, en todas ellas, la forma de reproducirse. Así, vemos la existencia de múltiples clases sociales, algunas de ellas de existencia ambigua o lábil, con diferentes intereses de clase: la antigua aristocracia transformada en aristocracia agrícola y financiera, la burguesía financiera e industrial, el campesinado minifundista conservador y el revolucionario, el proletariado urbano y la pequeña burguesía urbana. Y todas ellas van a ir posicionándose alineando muy bien sus intereses como clase ante los acontecimientos históricos.
Durante este trienio republicano, Marx distingue tres periodos. Un primer periodo, que abarcaría la revolución de febrero de 1848, hasta marzo, como un “espejismo de confrontación”, con la derrota del proletariado, un segundo periodo de constitución de la república, con su asamblea nacional constituyente que llegaría hasta mediados de 1849, con implantación del sufragio universal para la elección del presidente de la república, en este caso es elegido el propio Luis Bonaparte y, un tercer periodo de república constitucional y asamblea nacional legislativa donde, progresivamente van perdiendo todas las clases, hasta llegar al enfrentamiento dentro de la burguesía y aristocracia más acaudalada, enmarcadas dentro de los monárquicos. El propio Bonaparte acabará derrotándolas ambas y a la república. Como vemos, Marx es mucho menos determinista de lo que se le ha supuesto.